Richard Gere fue un niño bonito de Hollywood que ha sabido conseguir el equilibrio perfecto para despertar el interés físico, artístico y personal.
A nadie pilla por sorpresa que Richard Gere haya formado y forme parte de las innumerables listas sobre bellezones mundiales que pueblan la prensa. Mentiría quien obviara al hablar de Gere que no ha sacado provecho de su físico en el mundo del cine. Basta nombrar títulos como Buscando al Sr. Goodbar (1977), American Gigolo (1980) o Entre dos mujeres (1994). Sin embargo, el mérito de Gere reside no sólo en mantener su atractivo a sus 58 años, sino también en haber evolucionado artísticamente. Ha conseguido mostrar al espectador algo más que su cara bonita con buenas interpretaciones, y otra dimensión de la imagen de guapo, rico y famoso, con su faceta comprometida con los más necesitados.
Richard Gere nació en Filadelfia, donde estudió música. Tocaba varios instrumentos y componía para los musicales que hacían en su instituto. Esta faceta más desconocida de Gere salió a la palestra cuando ganó el Globo de Oro por su interpretación de abogado sin escrúpulos en el musical Chicago (2002). Gere cantó y bailó, lo que dejó patidifuso a más de uno. Durante sus años de juventud, compaginó su interés por la música con su afición deportiva, que le posibilitó una beca para matricularse en filosofía en la Universidad de Massachussets. Pero antes de terminar la carrera abandonó los estudios para participar como actor en el musical ‘Grease’. Durante dos años intervino en distintas obras hasta que debutó en cine en Report to the Commissioner. Su primer papel protagonista llegó en 1978 con el drama Días del cielo. Ese año fue importante para Gere porque viajó a Nepal, donde entró en contacto con los monjes budistas. El budismo es la creencia que profesa y defiende cada vez que tiene ocasión, del mismo modo que la independencia de El Tibet.
A pesar de la importancia de la espiritualidad en la vida de Gere, esos años fueron los de su nacimiento como mito erótico. La fama alcanzada con American Gigolo, llegó a su cota más alta con Oficial y caballero (1982), el drama que le dio a conocer internacionalmente. Compaginó esos años de éxito con su faceta más comprometida, algo que ha continuado haciendo durante todo este tiempo. A su compromiso con Tibet, se une su preocupación por el sida, y por los refugiados y desplazados de distintos lugares del mundo.
En lo cinematográfico, comenzó a trabajar con cineastas de renombre como Francis Ford Coppola en Cotton Club (1984), y Sidney Lumet en Power (1986). Hasta que en 1990 se volvió a dar un baño de multitudes con Pretty Woman (1990), de Garry Marshall. La película abrió a Gere las puertas del género romántico, muy adecuado para su físico, donde ha repetido en diversas ocasiones: Mr. Jones (1993), de vuelta con Julia Roberts y Garry Marshall en Novia a la fuga (1999), Otoño en Nueva York (2000), El Dr. T y las mujeres (2000), o ¿Bailamos? (2004). Pero no todo iban a ser besos y arrumacos, así que Gere se ha prodigado en otros géneros como el thriller en Las dos caras de la verdad (1996) o El laberinto rojo (1997), y la acción en Chacal (1997). Y es que en todos los campos por los que ha pasado, Gere ha sabido sacar partido a ese ligero toque canalla que tiene, que hace que sus personajes no caigan del todo bien al principio, para posteriormente acabar conquistando al espectador.
Esta constante en los personajes de Gere continúa vigente en la actualidad. En La gran estafa (2006) monta un auténtico circo para vender un libro que no existe; y en El caso Wells ha sido un agente de la ley que de tanto investigar a delincuentes sexuales acaba “maleado” en su conducta. También ha sido un comprometido periodista de guerra con un humor un tanto exaltado en La sombra del cazador.
Mientras continúa viento en popa su carrera, Gere sigue volcado en sus compromisos solidarios y religiosos, además de en su familia. Está casado en segundas nupcias con la actriz Carey Lowell, con quien tiene un hijo de 7 años. Su primer matrimonio fue con la modelo Cindy Crawford, con quien formó una pareja de “guapos oficiales”. Juntos fueron portada de la revista Vogue, lo que supuso todo un acontecimiento pues era la primera vez que un hombre aparecía en ella. Y el paso de los años no ha cambiado las cosas, pues a día de hoy parece difícil que Gere logre quitarse de encima apelativos como el de “pretty man”.
A nadie pilla por sorpresa que Richard Gere haya formado y forme parte de las innumerables listas sobre bellezones mundiales que pueblan la prensa. Mentiría quien obviara al hablar de Gere que no ha sacado provecho de su físico en el mundo del cine. Basta nombrar títulos como Buscando al Sr. Goodbar (1977), American Gigolo (1980) o Entre dos mujeres (1994). Sin embargo, el mérito de Gere reside no sólo en mantener su atractivo a sus 58 años, sino también en haber evolucionado artísticamente. Ha conseguido mostrar al espectador algo más que su cara bonita con buenas interpretaciones, y otra dimensión de la imagen de guapo, rico y famoso, con su faceta comprometida con los más necesitados.
Richard Gere nació en Filadelfia, donde estudió música. Tocaba varios instrumentos y componía para los musicales que hacían en su instituto. Esta faceta más desconocida de Gere salió a la palestra cuando ganó el Globo de Oro por su interpretación de abogado sin escrúpulos en el musical Chicago (2002). Gere cantó y bailó, lo que dejó patidifuso a más de uno. Durante sus años de juventud, compaginó su interés por la música con su afición deportiva, que le posibilitó una beca para matricularse en filosofía en la Universidad de Massachussets. Pero antes de terminar la carrera abandonó los estudios para participar como actor en el musical ‘Grease’. Durante dos años intervino en distintas obras hasta que debutó en cine en Report to the Commissioner. Su primer papel protagonista llegó en 1978 con el drama Días del cielo. Ese año fue importante para Gere porque viajó a Nepal, donde entró en contacto con los monjes budistas. El budismo es la creencia que profesa y defiende cada vez que tiene ocasión, del mismo modo que la independencia de El Tibet.
A pesar de la importancia de la espiritualidad en la vida de Gere, esos años fueron los de su nacimiento como mito erótico. La fama alcanzada con American Gigolo, llegó a su cota más alta con Oficial y caballero (1982), el drama que le dio a conocer internacionalmente. Compaginó esos años de éxito con su faceta más comprometida, algo que ha continuado haciendo durante todo este tiempo. A su compromiso con Tibet, se une su preocupación por el sida, y por los refugiados y desplazados de distintos lugares del mundo.
En lo cinematográfico, comenzó a trabajar con cineastas de renombre como Francis Ford Coppola en Cotton Club (1984), y Sidney Lumet en Power (1986). Hasta que en 1990 se volvió a dar un baño de multitudes con Pretty Woman (1990), de Garry Marshall. La película abrió a Gere las puertas del género romántico, muy adecuado para su físico, donde ha repetido en diversas ocasiones: Mr. Jones (1993), de vuelta con Julia Roberts y Garry Marshall en Novia a la fuga (1999), Otoño en Nueva York (2000), El Dr. T y las mujeres (2000), o ¿Bailamos? (2004). Pero no todo iban a ser besos y arrumacos, así que Gere se ha prodigado en otros géneros como el thriller en Las dos caras de la verdad (1996) o El laberinto rojo (1997), y la acción en Chacal (1997). Y es que en todos los campos por los que ha pasado, Gere ha sabido sacar partido a ese ligero toque canalla que tiene, que hace que sus personajes no caigan del todo bien al principio, para posteriormente acabar conquistando al espectador.
Esta constante en los personajes de Gere continúa vigente en la actualidad. En La gran estafa (2006) monta un auténtico circo para vender un libro que no existe; y en El caso Wells ha sido un agente de la ley que de tanto investigar a delincuentes sexuales acaba “maleado” en su conducta. También ha sido un comprometido periodista de guerra con un humor un tanto exaltado en La sombra del cazador.
Mientras continúa viento en popa su carrera, Gere sigue volcado en sus compromisos solidarios y religiosos, además de en su familia. Está casado en segundas nupcias con la actriz Carey Lowell, con quien tiene un hijo de 7 años. Su primer matrimonio fue con la modelo Cindy Crawford, con quien formó una pareja de “guapos oficiales”. Juntos fueron portada de la revista Vogue, lo que supuso todo un acontecimiento pues era la primera vez que un hombre aparecía en ella. Y el paso de los años no ha cambiado las cosas, pues a día de hoy parece difícil que Gere logre quitarse de encima apelativos como el de “pretty man”.
- Fuente: Estrella Martínez
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