Es la presión con que circula la sangre por las arterias. Cuando esta presión supera ciertos límites comporta daño en la pared de los vasos y, a largo plazo, un aumento en la incidencia de padecer complicaciones cardíacas y vasculares (como infarto de miocardio, angina de pecho, insuficiencia cardíaca, hemorragias o trombosis cerebrales, insuficiencia renal, etc.), que constituyen la primera causa de mortalidad en el mundo occidental y en nuestro país.
Su elevada prevalencia (aproximadamente uno de cada tres individuos mayores de 18 años la padecen) y su condición de factor de riesgo cardiovascular hacen que sea hoy en día un problema importante de salud: de ahí la necesidad de su detección precoz para poder instaurar las medidas adecuadas y disminuir de esta forma las complicaciones que de ella se derivan.
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