La cirrosis hepática es la fase más avanzada de la mayoría de las enfermedades crónicas del hígado. La cirrosis consiste en el acúmulo masivo de tejido fibroso, principalmente de una sustancia matriz denominada colágeno, en el hígado junto con el desarrollo de nódulos de regeneración dispersos por toda la superficie del hígado. La cirrosis es una enfermedad difícilmente reversible que puede producir complicaciones clínicas graves, lo que haría necesario en casos avanzados un trasplante hepático.
Las consecuencias más importantes de la cirrosis hepática son el deterioro de las funciones fisiológicas del hígado (como la síntesis de albúmina y otras proteínas, la detoxificación de fármacos y otras funciones metabólicas) y el incremento de la consistencia del hígado, que aumenta mucho la presión de la sangre que llega a éste por la vena porta. Este último fenómeno se denomina hipertensión portal. Además, la cirrosis es un factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de hígado (carcinoma hepatocelular).
Las consecuencias más importantes de la cirrosis hepática son el deterioro de las funciones fisiológicas del hígado (como la síntesis de albúmina y otras proteínas, la detoxificación de fármacos y otras funciones metabólicas) y el incremento de la consistencia del hígado, que aumenta mucho la presión de la sangre que llega a éste por la vena porta. Este último fenómeno se denomina hipertensión portal. Además, la cirrosis es un factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de hígado (carcinoma hepatocelular).
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